“Puedo ver el reflejo de tus ojos en mis sueños, tú, niña salvaje, con un ambarino vestido y los labios despedazados de tu propia sangre, a su lado; pero entonces, ¿es a él a quién amas o es a mí? Lluvia de rosales que trasiegan, mas, ¿aún me llamarías cuando te sientas desecha?”