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Kevin Carter

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Disléxico no, lo guisante - Pensamiento crítico y analítico - Filosofía jurídica - Apátrida de las ideologías (aunque no te lo creas). Autor de Plancton.

La Tierra
Joined August 2012
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Kevin Carter
1 year
Comentan por ahí que a los escritores nos sustituirá la Inteligencia Artificial. Si llegara ese día, habrá que resignarse. Mientras tanto, seguiremos escribiendo para quien nos quiera leer. Escribí el siguiente texto hace ya algunos años, en una época en la que incluso no se hablaba tanto de política como la de ahora. Y es curioso, pero cada vez que lo releo tengo la sensación de que está más vigente que nunca. Ahí va: ESAS COSAS DE LA DEMOCRACIA Transcurría mediados de la década de los setenta en España cuando el fallecimiento del general Franco supuso el abrir las verticales puertas de la dictadura dejando paso a una arrolladora y fresca corriente de horizontalidad. Esto de la horizontalidad fue un concepto importante en aquella época ya que, a diferencia de la verticalidad jerárquica predominante, la democracia trajo consigo una tabula rasa basada en la idea, hasta entonces utópica, de lo horizontal: es decir, algo así como que todos, por el simple hecho de nacer, lo hacemos con los pies puestos sobre una línea que también para todos está a una misma altura, al menos políticamente hablando. Sea como fuere, en aquella época comenzaban a abrirse paso conceptos como “representación”, “delegación” o similares que hasta entonces los mortales españoles sólo habían visto en literatura generalmente censurada o burocracia generalmente ficticia. El caso es que, en uno de tantos días de aquella época, en un colegio de tantos de España, una maestra de último curso de primaria sorprendió a todos sus imberbes alumnos aplicando en clase el recién llegado sistema democrático: —Como todos sabéis, la democracia se acaba de instaurar en España, así que estos días elegiremos a un delegado mediante una votación. —¿Qué es la democracia, maestra? -inquirió con curiosidad uno de los alumnos ante aquel nuevo concepto. —Pues… es algo que se hace para que todos puedan participar en el desarrollo de un conjunto, de un sistema —explicó la maestra lo mejor que supo—. Para que todos puedan tener voz y voto. Para que todos sean iguales. —¿Qué es un voto, maestra? —preguntó otro avispado adolescente. —Pues… es algo que se usa para elegir a alguien como representante. En vuestro caso para elegir a un delegado del colegio —acertó a decir la joven profesora. —¿Qué es un delegado, maestra? -interrogó otro de los alumnos, insaciables por saber de qué iba todo aquello. -Pues… es como los políticos, pero en pequeñito… Sirve para representar a los demás… Como todos no podréis sentaros en el Consejo de Estudiantes, tendréis que elegir a alguien que hable y haga por vosotros… Aquella última frase despertaría aquella mañana la curiosidad de dos de aquellos casi adolescentes: Uno y Dos. Uno era el típico crío parco en palabras que parece estar mirando la Luna a todas horas. Le caracterizaba una empatía fuera de lo común y desde muy temprano había leído libros que no correspondían con su edad. Con sus todavía finos dedos había deslizado páginas que hablaban sobre los derechos de las personas, las sociedades, el cómo se forman, de dónde venían, etc. Tenía un conocimiento sobre la realidad mayor que los demás, sin embargo, su delicada personalidad hacía que cualquier cosa le impresionara y todos acabaran búrlándose de él. Dos era el típico crío avispado al que le encantaba ser el centro de atención. De personalidad encantadora y expresión risueña, sabía moverse por la realidad como pez por el agua y tenía una curiosa capacidad innata para poner en el oído de otro la palabra justa que éste quería escuchar. No era lo que se dice aplicado, pero sí tenía cierta habilidad para interactuar con lo demás y conseguir todo lo que se proponía. Nada o muy pocas cosas le impresionaban. Más bien era él quien se dedicaba a impresionar a los demás. Sea como fuere, los dos muchachos decidieron presentarse a la elección de delegado aquella misma mañana de un día cualquiera en un colegio cualquiera de la "nueva España". Al resto de la clase le sorprendió que Uno hubiera presentado su candidatura, ya que no era el típico chaval que pudiera presumir de tener muchos amigos. Pero como la maestra —y por supuesto la democracia— decían convincentemente: todo el mundo podía presentarse libremente para ser el futuro representante de los demás. Fue en ese mismo instante cuando Tres, otro chaval bastante despierto de los de aquella clase, llegó a la acertada conclusión, al tiempo que comía un bocadillo de chorizo durante el patio, que el hecho de que Uno tuviera menos amigos que Dos podría influenciar de forma determinante sobre el resultado de aquello que los adultos llamaban votación. Porque al final, por mucho que la profesora hablara de votos, representación, delegados y otros rollos democráticos Dos acabaría ganando las elecciones simplemente por tener más amigos. Al menos así lo decían los cálculos que había estado haciendo mientras le daba vueltas a eso que fuera la democracia. Y al subir del recreo, ni corto ni perezoso, así se lo hizo saber a la joven maestra, la cual le dio rápidamente la razón mediante una incipiente teoría jurídico-política, que en España nunca tuvo lo que se dice grandes autores: —Entonces tendréis que presentar las candidaturas en otra clase, ya que allí no conocen a los candidatos y todo será más justo. Aquella sentencia de la maestra contrarió en gran medida a Dos, pues incluso antes de que Tres entendiera que hay cosas que pueden influenciar, condicionar y determinar lo que sea eso que llaman democracia, él ya se había percatado y había contado con ello para su candidatura. En realidad, no se necesitaba mucho más que saber sumar: cuántos más amigos, más votos. Y en eso precisamente se habría basado el programa electoral de Dos, de no ser porque Tres pensó que aquello no podía entenderse como políticamente justo y la profesora decidió que la elección se realizaría en una semana a través de votantes neutrales. Para ello, cada uno de los dos candidatos debería explicar las razones de su candidatura y todo aquello que haría por el resto de la clase en caso de salir elegido como representantes. Es decir, exponer lo que los adultos llamaban "programa electoral" en la democracia de verdad. Como era de esperar, al pobre de Uno aquello del discurso público le impresionó sobremanera. Tenía un machacante sentido del ridículo que le hacía juzgarse constantemente ante su propia conciencia, la cual le repetía una y otra vez que no estaba lo suficientemente preparado para un cargo como aquel al que aspiraba. Sin embargo, aquello le generaba una vergüenza interior que le incitaba a esforzarse, pues no quería que su desconocimiento de las cosas pudiera afectar a los demás. De suceder así, no se lo podría perdonar. Así pues, durante los siguientes días, Uno se informó acerca del funcionamiento de aquello que la gente llamaba democracia. Pasó horas y horas sentado en la biblioteca delante de todo tipo de libros. Descubrió que, en realidad, aquello de la democracia no era algo nuevo, sino que hacía muchos siglos algunos ya habían dedicado parte de sus vidas a reflexionar acerca de lo mismo en lugares dónde se vestía únicamente con un trozo de tela y unas sandalias. Descubrió una cosa llamada sufragio universal por la cua, en varios países del mundo, toda persona podía votar en la formación de un Estado independientemente de su raza, sexo, posición social o cosmovisión. Descubrió los derechos fundamentales de las personas, aquellos mismos que las hacían más dignas y las convertía en humanas. Descubrió también una cosa llamada sufragismo, que al parecer consistía en un grupo de señoras muy enfadadas porque los hombres no querían tomar en cuenta sus decisiones. Se preguntó entonces por qué los hombres no querrían tomar en cuenta las decisiones de las mujeres si ellas también participaban de aquello que fuera el Estado, pero no llegó a comprenderlo así que uno de esos días le preguntó a su padre: —Así es la vida, hijo —le espetó el adulto. Y aunque Uno sabía que su padre debía tener razón porque para eso era un padre, no se resignó ante aquella respuesta y decidió seguir yendo las siguientes tardes a la biblioteca antes de tener que exponer al resto de compañeros por qué debía ser él, y no otro, quien condujera la nave del futuro. El tiempo pasó inexorable y con él llegó el día de los discursos. La maestra eligió por sorteo quién comenzaría primero y el azar escogió a Uno, el cual desdobló tímidamente sus apuntes ante la indiferente mirada de su público. Por alguna razón que el pequeño candidato no logró entender, los futuros votantes democráticos parecían estar más pendientes de que el reloj diera la hora del recreo que de lo que tuviera que contar él acerca de sus descubrimientos sobre aquello que los adultos llamaban democracia y a lo que le daban tanta importancia. Aun así, no le quedó más remedio que envalentonarse y comenzar su exposición: habló, por ejemplo, sobre por qué los alumnos deberían poder tener derecho a segundas correcciones en los exámenes; o de por qué deberían tener derecho a que fuera otro maestro, y no el mismo del examen, quien hiciera esas segundas correcciones. Habló de cómo deberían ser las tutorías para que tanto maestros como alumnos pudieran encontrar vías de comunicación eficaces y eficientes para resolver problemas tanto académicos como personales. Habló de los derechos de los alumnos a poder preguntar y rebatir libremente al maestro en turnos especificados para ello. De cómo así resolverían mejor todas sus dudas. De cómo aprenderían más rápido. De cómo así los colegios funcionarían mejor. Cuando terminó su discursó levanto su mirada del papel en un gesto curioso por saber qué les habría parecido a los demás las nuevas posibilidades que la democracia traía consigo, pero la mayoría seguía estando más pendiente de que el reloj marcara la hora del patio que de lo que hubiera dicho. Entonces, la maestra aplicó democráticamente el turno de Dos, que dio un paso adelante, desdobló dicharacheramente sus apuntes y se limitó a decir: —A diferencia de Uno, yo no os voy a quitar tiempo del recreo, que es lo más importante que tenemos en el colegio, así que tan sólo os diré que, si yo fuera el ganador, haría todo lo que Uno ha propuesto y además… —Dos llevó su infantil índice hacia la ventana invitando a que los demás siguieran su dedo—… ¿Veis el campo de fútbol de alquitrán en el que siempre que nos caemos nos raspamos las rodillas? ¡Pues si yo gano haré que el director lo cambie a uno de césped! Ni que decir tiene que Dos ganó las elecciones de aquel colegio cualquiera por mayoría absoluta. Pero sí sería importante recalcar algo: casi cincuenta años después de aquello, el campo de alquitrán todavía sigue raspando las rodillas.
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Kevin Carter
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Estos deberían ser los influencers que admirara la gente y no los gilipollas que han fabricado las tecnológicas para ganar dinero con la publicidad de empresas sin escrúpulos. Absolutamente imprescindible su visionado para intentar comprender por qué existe gente que es capaz de dar su vida por causas que no les afectan directamente.
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Cuestionar lo establecido está muy bien, pero sólo cuando lo establecido es incorrecto. Si no, es degradar lo que hay a algo peor.
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@vezapurpura Mi duda es si sois discapacitados intelectuales o simplemente inocentes como para creer y defender este tipo de chorradas que son más falsas que un euro de madera. Supongo que tampoco os da para más...
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La palabra del día es:
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@guerre83012 Pero no respondáis desde multicuentas, hombre, que esto no es Menéame ni Forocoches y yo llevo muchos años de experiencia como para no saber cómo funcionáis...
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RT @SoyContext: "Existe un culto a la ignorancia. La presión del anti-intelectualismo ha ido abriéndose paso a través de nuestra vida polít…
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@Isabelperezmoi1 Efectivamente, la nacionalidad debería darse por valorar lo público, trabajar por méritos propios, formarse en un criterio propio, no ser un corrupto y pagar los impuestos con los que poder sostener un país. Ah, espera...
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@irenevalmore @culturagob @elmundoes Están los adultos españoles como para reprochar algo sobre estas cuestiones...
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Opción 1: "Familiares agreden al presunto asesino de una joven durante el juicio por su crimen" (separa temporalmente el asesinato del acto violento en el juicio). Opción 2: "Durante el juicio, familiares golpean al hombre acusado de asesinar a una joven" (énfasis en la cronología).
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Esto cuenta uno de los alumnos del tal Llados, el habitual vendehumos digital al que la gente ha hecho millonario debido a su ignorancia y frustraciones. Querían mierda y tendrán mierda.
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Kevin Carter
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181000€ presuntamente gastados con la tarjeta del partido (porque los mismos miembros del partido lo denuncian) y un tribunal, que habrá que revisar por qué entiende como lícito lo que a su vez consideran "gastos cuestionables", absuelve a un tipo que, casualmente, fue ex-ministro de cierto partido político. Recordemos que el imputado afirmó que los gastos de, por ejemplo las entradas a eventos deportivos, eran porque es "imagen de familia necesaria para atraer votos"...
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¿Os acordáis de aquello de Forocoches, en España, votando a esperpentos a Eurovisión para trollear, ser malotes y "antisistema"? En Estados Unidos lo van a disfrutar durante 4 largos años.
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No diréis que no os adelanto primicias...
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Kevin Carter
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Voy a intentar explicar por qué Abogados Cristianos tendrá que pagar, como tantas otras veces, las costas de su próxima querella. También por qué el perfil de este tipo de gente intenta manipular con estas delicadas cuestiones. Poneos las máscaras anticínicas, da para mucho🧵
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Kevin Carter
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Gráfico con tasas de polio en los diferentes estados de Estados Unidos antes y después de la introducción de la vacuna de Salk (sucedió en todos los países). Antes de la vacuna, los casos de polio en el país norteamericano eran de 35.000 al año. Después de su introducción, en 1955, los casos descendieron a 100 al año. Según la lógica de los antivacunas, una absolutamente escacharrada intelectualmente, estos datos demuestran lo contrario: como después de la vacuna todavía hubo algunos casos, entonces es porque las vacunas no son reales. En realidad, esta gente sufre algún tipo de síndrome mental cercano a la paranoia pero, por alguna razón, los colegios de Psicología y Psiquiatría no suelen analizar estos perfiles por cuestiones de corrección política. Es hora de ir exponiendo a estos perfiles, mezcla de ignorancia y una especie de paranoia psiquiátrica que no les permite entender la realidad de sus bajas capacidades, antes de que conviertan en un peligro para todos.
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@NachuelasW @helenishere1 Son una especie entre Dunning-Kruger y gilipollas sin solución. Basura intelectual, sin más. El problema grave es que realmente creen saber más qué especialistas en sus materias y se quedan en jueces de programas televisivos.
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@FonsiLoaiza Tiene toda la cara de forero de Menéame, Forocoches o Burbuja de hace unos años para atrás...
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Añadid también que, uno de los dos, defendió en los foromierdas del estilo Menéame o Forocoches, anteriores a las redes, a las plataformas de alojamiento temporal que, sobre todo en las grandes ciudades y/o turísticas, incide en la falta de oferta. Y lo defendió por seguir pudiendo descargar cositas gratis "porque no se le puede poner puertas al campo" y "hay que adaptarse o morir". No entiendo por qué ese de los dos ahora sí quiere que regulen las cosas.
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@comuflauta Pues claro, es exactamente el mismo perro pero con collares distintos. Es un simple caleidoscopio en el que todos estos perfiles tienen elementos comunes psicológicos y culturales. ¿Cuál es la noticia exactamente?
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