Dibujo en servilletas. Me queda rico el arroz rojo. Una vez casi atravieso Churubusco. Tengo los brazos largos. Siempre se me olvida ponerle puntos a las íes.
Señales de que tu pareja es una persona tóxica:
1) Ha estado expuesto a más de 100 mSv/h de radiación.
2) Ha consumido más de 1ppm (1 mg/L) de metilmercurio (MeHg +).
3) Ha inhalado 0,7-0,9 pg de TbA, o está en contacto con la bacteria botulímica.
Hay una parte de la terapia en la que te das cuenta de que tus padres son causa como del 90% de tus disfuncionalidades emocionales. Y justo después de eso, aprendes que así fue también para ellos y que cada generación ha hecho lo mejor que pudo intentando romper con ese ciclo.
Hace unas semanas, hija grande decidió que aprendería a tejer. Y como los de su generación, lo hizo viendo tutoriales en YouTube. Además a través de un espejo, porque ella es zurda y no es tan fácil. Ayer mi regalo fue una de sus primeras piezas. Estoy que no quepo de contento.
Alguien que te mire como Stevie Wonder mira a su piano. O sea, que en realidad no te mire, pero que te sepa de memoria y haga salir de ti cosas increíbles que no sabías que llevabas dentro.
Vengo leyendo el chismesito este de la morra que fue infiel y el vato le destruyó sus cosas, y mi mente se quedó atrapada en la imagen de la sandwichera adentro de la lavadora. Es muy poderosa y elocuente. Es más, quizá yo habría comenzado a narrar la historia desde allí.
A veces extraño poquito a Agustín Carstens. No sólo por pachoncito, sino porque de verdad era (es) un chingón administrando. No sé. Era como un Guillermo Del Toro de las finanzas públicas.
Esta noche es perfecta para servirse un vaso de whisky¹, escuchar jazz² y leer a Dostoievsky³.
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¹ Un plato de zucaritas.
² Las viejitas de Shakira.
³ Twitter.
—Quiéreme con todos mis demonios.
—¿Te refieres a tu carácter de mierda, tus transtornos obsesivos, tu resentimiento, inseguridades y pretextos para no hacerte cargo?
—¿Entonces no me quieres?
—Quererte, te quiero siempre. Lo cabrón es establecer una relación funcional contigo.
—¿Qué problemas de vialidad nos afectan, diputada?
—Atraviesan unicornos que son blancos y que brincan sin parar hacia el lado más angosto de la calle.
Que sepas que te pienso. Claro, no siempre, no todo el tiempo. Hay ratos en los que te pienso bajito para no despertarte, otros en los que tiemblo de tan fuerte que lo hago. Te pienso cuando las cosas no me salen y también cuando no tengo nada qué pensar.
—¿Y es bonita?
—Como un chocolate caliente en un día frío. Como saberte la respuesta. Como cantar una canción bajo la ducha. Como encontrarte algo que sabías perdido. Como recordar una palabra que creías olvidada. Como cuando algo deja de dolerte. Como cuando ves que sí se puede.
Top de cosas que aprendí en mis relaciones afectivas:
1. Si debes hacer algo para que te quieran, ahí no es.
2. Cada uno es responsable de lo que siente.
3. Nadie va a «completarte» o a «repararte».
4. Hacerte la víctima no funciona a largo plazo.
5. El karma nunca tiene tiempo.
Imagínate conocer al amor de tu vida y que lo eches todo a perder por pretender que satisfaga tus expectativas basadas en un esquema arbitrario de idealizaciones del que sólo tú tenías noticia.
Total que por más que duela admitirlo, a veces la gente deja de querernos (o de soportarnos, al menos). Y cuesta mucho entender que eso tiene más que ver con ellos que con nosotros.
0:00 Ocurre que uno no sana cuando deja de sentir, sino cuando aprende a vivir con lo que siente. Entonces la nada nos abraza para recordarnos que es desde nosotros donde se comienza.
Me llama la atención la ligereza con la que decimos «cuando "todo esto" termime», sin tener idea ni de cúanto es «todo», qué es «esto», y mucho menos si va a «terminar» alguna vez de algún modo.
Todo eso me recordó esta imagen. No hay rojo en ella. Ni un solo pixel. Pero la vemos roja porque así queremos verla. Porque todo lo que está en nuestra cabeza es a veces demasiado persistente como para no tomarlo en cuenta.
Coyoacán, 17:25. Una pareja (con apariencia de turistas) le pregunta a alguien —que justo va saliendo por un portón— si sabe dónde es la casa de León Trotsky. «No sé. Tiene poco que me mudé. Todavía no conozco a los vecinos», responde.
Mi psicólogo¹ me dijo: No amas realmente² a alguien hasta que te lastima³ y aún así sigues pensando que es la persona más grandiosa del mundo. El amor⁴ es el acto más violento⁵
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¹ Amigo tonto
² Te obsesionas
³ Te lastimas tú
⁴ Tu dependencia
⁵ Ya dejen de copiar el tuit
No le entiendo mucho a esa recomendación de «ser feliz en silencio» (porque la gente es envidiosa y shalalá). Lo interesante de ser feliz, es que se te nota aunque no digas nada, aunque no hables sobre ello, aunque ni siquiera nadie pueda verte siéndolo. Siempre se te nota.
Que sepas que te pienso siempre. Te pienso cuando me levanto y cuando voy a dormirme. Te pienso cuando estoy en chinga con mis cosas y hasta cuando no quiero pensar en nada. Incluso si pongo mi mente en blanco, ese blanco es una reunión de todos los colores que da pensar en ti.
¿A ustedes no les pasa que abrazan a alguien y sienten que se quisieran quedar allí para siempre, pero en eso les dan ganas de ir al baño y se sienten tristes al darse cuenta de que existen cosas más urgentes que la eternidad?
Escribir no nos va a salvar de nada. Pero con algo de suerte —y si lo hacemos bien— alguien que se encuentre en un abismo como el nuestro va a saber que por un instante no estuvo solo.
Aceptamos¹ el amor² que creemos³ merecer⁴.
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¹ Nos obsesionamos con
² relaciones jodidas y disfuncionales
³ nuestra falta de decoro y conflictos irresueltos de la infancia
⁴ tenemos la tonta idea de que alguien nos debe.
Tengo ganas de ir con mi yo de hace diez años, abrazarlo, invitarle una cerveza, y decirle que aunque lo pendejo no se nos quita nunca, hay muchas razones para sentirnos orgullosos de nosotros.
Parecerá poca cosa, pero si algo aprendimos de esta pandemia, es que una pila de platos limpios y una cocina despejada hacen mucho la diferencia en cómo percibes el mundo alrededor tuyo.
Yo siempre deseo que les vaya bien a mis exes. No por esa bobada del desapego, o por fingir que soy una buena persona, sino porque sé que la gente que es feliz por lo general no está chingando.
«No tenemos wifi, pretendan que es 1990 y platiquen entre ustedes»
—Entonces cóbreme el café a 3.50, llévese estas porquerías con fibra integral y tráigame pan dulce de verdad.
Muy poetas malditos, pero toman chocomilk. Todos sabemos que el chocomilk es para principiantes. Sólo quien ha intentado disolver el Cal-C-tose en leche fría sabe lo que es masticar las piedras sordas del desdén de la poesía.
Quien te quiere, te busca. O no te busca, porque sabe que está de la chingada regresar al círculo vicioso de la codependencia sexoafectiva. Pero igual te quiere, pues. Ni que todas las distancias estuvieran hechas de un mismo vacío.
Hija chica va a ir a una fiesta de quince años el sábado, y me dijo que necesitaba practicar sus pasos con los tacones puestos. Y estuvimos un ratote bailando. La paternidad a veces tiene momentos tan hermosos como extraños.
¿Quieres saber cómo funcionan los valores de alguien?
Fíjate de qué se ofende y a qué le es leal.
¿Quieres conocer la inteligencia de alguien?
Fíjate de qué se ríe.
Desconfío cuando el amor toca tu puerta. Por lo general el amor llega, la derriba, incendia el marco, la mitad de tu casa y se instala ahí, como si hubiera estado desde siempre. Y te sonríe.